La alfombra española del sigo XV
Conversación entre Teresa Lanceta, Nuria Enguita y Laura Vallés Vílchez.
NE-LV La palabra «alfombra» procede del árabe al-khumra (estera). Las alfombras eran bienes muy valorados, y la presencia musulmana en la Península facilitó su gran desarrollo en España. Tras la expulsión de los moriscos, los artesanos musulmanes continuaron trabajando en territorio cristiano para la realeza, la aristocracia y la Iglesia. En tus escritos comentas la estructura cerrada de estas alfombras (frente a la apertura y ausencia de marco de las alfombras del Atlas Medio). Los grandes señores eran admiradores y comitentes de un arte y una cultura a los que, al mismo tiempo, hostigaban y perseguían. Una vez más, se valoran los objetos y el arte, pero se niega a las personas.
TL Los tejidos no solo cumplen una utilidad; son lenguaje. Ejemplo de ello son los dibujos de los tejidos de los nómadas que, generalmente, presentan formas y redes romboidales o triangulares. Estas redes pueden extenderse en cualquiera de sus lados sin que cambie la expresión general, y en ellas el fragmento implica ya la totalidad. Los rombos muestran un espacio en movimiento, mientras que la red cuadrangular, el marco y el centro, manifiestan la concepción del espacio de unas poblaciones asentadas, jerarquizadas y estructuradas como las que realizan las alfombras españolas del siglo XV. Para afrontar su alto coste, estas alfombras necesitan una especialización artesanal; denotan una cultura urbana y unos destinatarios poderosos.
En Albacete y Cuenca, territorios ya cristianos, floreció una esplendorosa industria de estas alfombras de inspiración y ejecución islámica. Estas alfombras estaban destinadas a importantes familias cristianas de poderosos señores de la guerra, quienes al tiempo que conquistaban la tierra y expulsaban a los mudéjares, les compraban estas maravillosas alfombras, que muestran, en sus pronunciados marcos y en la implantación de los escudos cristianos, el sometimiento al que estaban expuestos tanto los tejedores como la cultura a la que pertenecían. No obstante, aunque eran de cultura y religión islámica, los tejedores habían nacido –ellos y sus antepasados– en el territorio que después se llamó España.
Estas alfombras españolas tienen un diseño basado en los octógonos estilísticamente influenciados por el entorno medieval: a través del mudéjar, muestran su singularidad dentro del arte islámico. Frente a la idea de campo expandido que presentan las alfombras persas o las alfombras rurales, en las alfombras españolas el campo central está empequeñecido, delimitado por numerosos y potentes marcos que constriñen el centro (en ocasiones interrumpido por los escudos heráldicos de los señores cristianos que las compraban). Son composiciones y dibujos que traducen el espíritu del tiempo.
NE-LV Al igual que en gran parte de tu trabajo, estos dibujos y tapices, bajo la rúbrica La alfombra española del siglo XV, operan de nuevo sobre la vida y nos conducen a una reflexión política, social, e histórica, a la vez que recuperan una memoria. La superposición de tiempos heterogéneos, la pervivencia y la memoria del otro son constantes en tu trabajo, ya se trate de tu vida compartida con los gitanos en Barcelona, ya de las mujeres tejedoras del Atlas Medio, los artesanos musulmanes amenazados del siglo XV o, actualmente, las personas migrantes. Pareciera que hubiera siempre un anhelo en tu trabajo de poner de manifiesto todo aquello que no hemos sabido afrontar humanamente, políticamente, en nuestra historia. Una historia que no cesa en su empeño por expulsar al otro de nuestras vidas. Carecemos de la verdadera política, la obligación ética y la habilidad responsable de unir mundos. Y esa reflexión está muy presente en tu trabajo. Es muy emocionante cómo lo planteas en tu escrito El sueño de Bob Marley: «Ayer tuve un sueño. Bob Marley recorría el pasillo del Teatro Campoamor de Oviedo: le habían concedido el premio Príncipe de Asturias de las Artes. No iba solo. Le acompañaban sus músicos y unos niños jamaicanos» (p. 183). Es como si de pronto resultase evidente que el premio es la gente que falta, todos esos otros barrios… Y esa es la definición de colectividad.
La alfombra española plantea de nuevo una suerte de registro y una declaración, humana y simbólica. De nuevo, la vida en el centro subrayada mediante el desplazamiento metafórico hacia escenas religiosas, apenas visibles entre los motivos ornamentales: María Magdalena y la huida a Egipto, entre otras.
TL En los cuadros de Hans Holbein, Jean Van Eyck o Giovanni Bellini hay alfombras llamadas «orientales», mientras que en los de los pintores españoles de la época –Pedro Berruguete, Diego de la Cruz, Jorge Inglés y un largo etcétera– aparecen alfombras españolas. En estos cuadros, el lenguaje ornamental queda definitivamente absorbido por la temática cristiana, pero esta temática (aunque ligada a la religión) deviene universal. Hoy podemos equiparar La huida a Egipto con el drama de tantos migrantes y refugiados huyendo con sus niños, o la Matanza de los Inocentes con tragedias que ocurren por doquier.
Estas escenas se mantienen en mi trabajo, si bien reducidas a una figuración exigua, en algunos casos es casi imperceptible, mientras que la ornamentación llega a ocupar la totalidad del espacio para alertar de que las alfombras españolas del siglo XV son testimonio de una cultura que fue derrotada, pero que –mientras duró– brilló con luz propia.
El protagonismo de la ornamentación en este trabajo es también un intento de alentar lo ornamental como lenguaje. Especialmente como lenguaje artístico colectivo, que es usado en la mayoría de las ocasiones como protección de la materia prima, a través de la vinculación afectiva con el objeto, incluso por la durabilidad de una tela o del cuero, que se alarga con un bordado.
NE-LV Los dibujos de esta serie, pintados sobre papel negro, nos permiten hablar de la importancia del ornamento en una revisión de la historia del arte clásico desde hace casi cinco décadas. Esta revisión ha comportado una nueva consideración de lo ornamental como un arte no descriptivo y no naturalista –ni tampoco abstracto–, pero fundamental en el hacer artístico del pasado. También los tejidos funcionan como disección crítica de la perspectiva renacentista, que libera lo ornamental, ya convertido en elemento que estructura tu obra.
TL Me sumerjo en estas alfombras a través de su ornamentación como modo de expresar la relación entre los elementos, creándose una red capaz de poner en comunicación los nodos en un sistema de repetición. No se trata de singularizar los dibujos o los módulos, sino de ensamblarlos en una totalidad extensible más allá de sus límites. Los temas están dibujados con lápices de colores sobre papel negro para que la oscuridad surja del fondo. Las telas están pintadas a la encáustica con algún toque de óleo, técnicas que expresan bien el hacer de una época en la que los procesos artesanales estaban tan presentes como el pensamiento. He querido guardar en mi interior y extender a través de mis dibujos el sentimiento y el conocimiento que aún producen y aportan después de tantos siglos.