Adiós al rombo es la tercera exposición de Teresa Lanceta dedicada a los tejidos y a los saberes de las mujeres tejedoras del Atlas Medio, un trabajo compartido que se inició en 1985. La muestra incluye tapices, pinturas, dibujos, un texto y una serie de vídeos realizados a partir de entrevistas con mujeres de la región o con familiares que han emigrado a España. Junto al trabajo de Lanceta, la exposición incluye documentación sobre el arte popular limítrofe al Sahara y sobre el trabajo de artistas jóvenes que se interesan por las artesanías y las migraciones. Y dos colaboraciones: una cartografía digital de patrones y objetos del Atlas Medio, realizada por Nicolas Malevé, y una instalación interactiva audiovisual, basada en un código binario, de Lot Amorós.
Desde mediados de los años setenta, tanto en relación con el contexto español como con el catalán, marcados ambos por la presencia de la pintura y el arte conceptual, Lanceta toma la decisión de tejer como medio de expresión artística, forzando los límites de la comprensión de lo que se considera arte. Y su aproximación al tejido no se produce desde el análisis crítico, sino que empieza en los elementos formales, en lo que los tejidos tienen de original y propio: sus ligamentos, materiales, tradiciones y técnicas.
A mediados de los años ochenta, Lanceta se sumerge en comunidades tejedoras del Atlas Medio y, a través de sus tradiciones textiles –un saber transmitido de generación en generación–, participa del descubrimiento de un arte colectivo que ha facilitado a las personas vivir, comunicarse y permanecer; un arte marcado por un conjunto de normas, temas y hábitos ancestrales cuyo dominio permite la libertad expresiva y la creación, dando cuenta del paso del tiempo, incorporando historias y hechos. Como los hilos cruzados de la urdimbre y la trama, "hacer" y "vivir" comparten un mismo tiempo. En estas tradiciones textiles de pueblos nómadas, los tejidos trascienden su finalidad decorativa y su funcionalidad simbólica; forman parte de un modo de vida, portan un conocimiento común y cotidiano y, como tales, despliegan su poder ornamental y artístico.
El arte textil es, pues, un arte ligado a la vida. Pero esa funcionalidad ha sido precisamente una de las coartadas teóricas para hacer de las artes populares y decorativas "artesanías", frente a la consideración de la pintura y la escultura como artes autónomas. En éstas, la idea del artista prevalece sobre su realización técnica y, al contrario que las otras artes, no tienen una utilidad simbólica ritual, social ni cultural. Sin embargo, esta diferenciación no es ya posible. Las artes populares surgen también de una idea y se materializan a través de una técnica. Lanceta ha mostrado que el tejer es una de las herramientas del arte y que está al servicio del alma humana. Y, con ello, ha mostrado que las artes consideradas ornamentales son arte "a secas", pues implican innovaciones formales que vehiculan ideas innovadoras. Ese debate entre arte autónomo y arte útil se intensificó en Occidente durante los años ochenta del siglo XX, a partir de exposiciones como Primitivism en el MoMA (1984) o Magiciens de la terre en el Centro Pompidou (1980), cuando Lanceta llevaba ya más de diez años "tejiendo". Desde entonces el debate sobre la representación del "otro" ocupa un lugar destacado en el seno del arte contemporáneo, planteando una apreciación autónoma del arte de los "otros", independizada de su funcionalidad, como si eso fuera posible. Una dicotomía que se plantea sobre todo en términos de "contextualización" o "descontextualización".
Los tejidos de Teresa Lanceta, como los del Atlas Medio y otras zonas del mundo no occidental, son portadores de agencia junto a la naturaleza, las personas y las tecnologías. Podemos afirmar, con el filósofo Bruno Latour, que participan en la trascendencia de las sociedades de donde proceden, definiendo una colectividad duradera. Como objetos construidos, en este caso "tejidos", ellos también tejen. Y, al igual que en su factura no hay una forma ni una dirección única predefinida por un boceto, su sentido tampoco está fijado, renovándose en cada aparición, actualizándose según nuevas relaciones en cada nuevo contexto.
De los tejidos del Atlas Medio, Teresa Lanceta aún recoge una última enseñanza fundamental: las alfombras, cojines y handiras constituyen presencias fundamentales en una concepción de la vida basada en la ecología, que aúna el medio ambiente, las relaciones sociales y las formas de la subjetividad; en un momento además en el que, tal como nos recuerda Félix Guattari en su libro Las tres ecologías, como consecuencia de la aceleración tecnológica y de la economía global, capas enteras de la subjetividad colectiva se desmoronan o se repliegan sobre arcaísmos, como ocurre, por ejemplo, con la temible exacerbación de los fenómenos de integrismo religioso.
Esta exposición y el catálogo que la acompaña tratan de acercarse a la práctica artística de Teresa Lanceta reconociendo en sus tejidos dispositivos complejos para habitar, al decir de Pedro G. Romero, o despliegues dinámicos de un pensamiento en constante evolución, en palabras de Thomas Golsenne; una práctica artística como modo de estar en el mundo que no soslaya la reflexión ecológica y que reclama la utilidad del arte y la creación colectiva.
Nuria Enguita Mayo