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El Barrio vive...
2009 Publicado en Arquiletras suplemento del periódico INFORMACION de Alicante el 29 de enero del 2009.


El “Barrio” vive…

Inexistente para algunos, peligroso para otros, “el barrio” vive… y en el corazón de muchos. La contradicción lo recorre: un pasado conflictivo y la excesiva proliferación de bares nocturnos han ido degradándole y han acelerado un proceso de abandono y de deterioro arquitectónico que ha imposibilitado la regeneración natural pero que también han frustrado cualquier intento de destrucción legal basada en planes generales y trazados urbanísticos que pudieran ofrecer a una población de clase media-alta una privilegiada ubicación en un espacio remodelado. ¡Cuántos no lo habrán pensado mientras se alzaban, uno tras otro, los edificios en Virgen del Socorro!, porque, como comprobamos en el Cabo de las Huertas, ni siquiera lo escarpado del terreno y la coexistencia con un importante paisaje natural lo hubiesen salvado.

 Pero “el barrio” no es un lugar lleno de defectos sino por el contrario es un lugar maravilloso y muy amado y que no exista para algunos o sea rechazable o problemático habla solamente de lo que estos “algunos” carecen porque ¿quién no se ha sentido libre y feliz allí bajo la imponente montaña del castillo o andando por unas calles en las que aún se escuchan sonidos, hay olores, se callejea y se ven las estrellas entre los recortes de los tejados? Vacío o invadido en las noches de fin de semana, medio derruido y en perpetúa construcción siempre atrae incluso a aquéllos para los que sólo es un recuerdo.

La reconstrucción global va haciendo sus efectos. Ha habido mucho error construido y mucho edificio insulso pero también buenas restauraciones, buenas nuevas construcciones y una buena remodelación general.

El Centro14

El Centro14, en la calle Labradores, es una casa del siglo XIX restaurada por el Ayuntamiento como centro de actividades para la juventud. Del antiguo edificio solo se conserva un arco, el pozo, la fachada principal y la lateral en la calle Virgen de Belén; las sucesivas modificaciones sufridas  a lo largo de los años y el gran deterioro al que llegó han obligado a vaciarlo pero, si lo que deseamos saber es el pasado arquitectónico de estas casas señoriales, podemos cruzar la calle y entrar en el Archivo Municipal que mantiene el patio y la escalera originales mientras que la importancia del Centro 14 dependerá siempre del contenido, del interés que despierte lo que suceda dentro, de que las actividades no sean un relleno superfluo de la política cultural y social del Ayuntamiento sino de que sean realmente sociales y culturales y que su sala de exposiciones, sus aulas y sus espacios sean un lugar de encuentro, un lugar vivo donde ocurran cosas.

Este centro mejorará sus prestaciones con la ampliación prevista en el solar contiguo, por lo que el conjunto tomará unas dimensiones importantes ofreciéndose como continuación natural del “barrio”, donde tantos sienten, como en los tradicionales barrios populares, que el espacio público es el lugar de todos. Habrá un auditorio, unas salas de exposición y zonas de reunión. Espero que, con la ampliación, sea posible convertir esos pequeños espacios desaprovechados delante de los balcones de la calle Virgen de Belén en lugares de reunión y contemplación desde los que apreciar el deambular de las personas y la arquitectura de la zona ya que desde allí se tiene una excelente perspectiva y quizá así se logre salvar la casa de enfrente con su bonita y aguda esquina de una posible demolición.

El Centro14 fue restaurado por el arquitecto Luis Capell Boré, ya fallecido siendo una de sus últimas obras, un proyecto de ampliación del Centro, adjudicado al arquitecto Enrique Fernández Vivancos, que marcará con fuerza la vida urbana de ese enclave.

El nº 11 de la calle San Nicolás

El nº 11 de la calle San Nicolás restablece la arquitectura en el casco antiguo de Alicante. La realización del edificio fue encargada a Lola Alonso Vera en 1997 y se acabó de construir en el 2002.

 Este inmueble de fachada sobria re-crea la arquitectura tradicional del “Barrio”, lejos de las habituales imitaciones que copian sin más lo existente y que hacen, de estos barrios antiguos, parques temáticos o, lo que es peor, lugares anodinos. Situado en el cruce de dos calles muy bonitas, emblemáticas y, aún hoy, muy transitadas, de irregular trazado y una fuerte pendiente, el edificio destaca claramente y puede verse desde muchas, y muy acusadas perspectivas. Conserva la antigua sillería de piedra caliza de la planta baja sobre la que se asientan tres plantas nuevas de ladrillo con revoco blanco; entre ambas, una ancha franja de cristal se extiende por todo el perímetro de la fachada: es el lucernario del local comercial donde se reflejan los edificios colindantes. El vidrio, referente en las fachadas de la arquitectura moderna, es un espejo que nos devuelve la imagen de lo antiguo. La casa nos trasmite un presente que evidencia el pasado contenido en él, esa es la tradición viva, no la costumbre acostumbrada.

Todos y cada uno de los elementos nos remiten a la responsabilidad con el hoy. Veamos algunos de ellos. Antaño la extensa proliferación de los balcones mostraba una relación positiva y estrecha del vecindario con la calle pero en la actualidad la dedicación al ocio masivo y ruidoso de fin de semana hacen de esta zona un lugar acústicamente hostil que ha llevado a interiorizar estas viviendas suprimiendo balcones y cerrando las aberturas a ras de pared sin dejar que, gracias a los cristales de techo a suelo, pierdan ni luz ni vista. Y, si los vecinos ya no pueden cuidar flores en el balcón, ese pequeño espacio exterior de su casa, pueden hacerlo en un pequeño jardín existente en el interior del edificio.

También la distribución regular y simétrica de los balcones en las fachadas tradicionales se ha transformado, los  huecos se distribuyen asimétricamente y su cerramiento exterior, unas persianas-celosías de listones horizontales de madera oscura, crea un sinfín de variaciones en la composición general de los frentes. Estas persianas-celosías parecen flotar en el aire pendiendo de unos raíles que recorren la fachada paralelamente a los surcos horizontales del muro de la planta baja y paralelamente también al lucernario, recordando las habituales franjas horizontales exteriores que marcan el límite de los forjados. El color blanco de la cal, tan contrario a la luz y a la atmósfera de la ciudad, aquí, en cambio, realza el juego de líneas verticales y horizontales de la fachada y los oscuros y matizados marrones de las persianas.

En los “barrios populares” la arquitectura y el urbanismo no se viven como estructuras fijas o como formas inmutables sino como procesos en los que se puede intervenir y experimentar. Esta casa tiene una pequeña intervención que afecta tan sólo a la pintura de las puertas y de una ventana del local comercial, se trata de unos dibujos de animales, círculos y espirales sobre un fondo de color naranja vivo que, a pesar de su carácter naif y llamativo, se integran perfectamente en la concisa sencillez de la fachada. El nº 11 de la calle San vuelve a asumir el lugar admitiendo los avatares de unas calles a las que las personas no son ajenas.